Australia experimenta uno de los más grandes desastres ambientales a causa de los incendios forestales que han arrasado con más de 6 millones de hectáreas. 23 fallecidos, 1,500 hogares destruidos y 480 millones de animales desaparecidos son el saldo del desastre hasta el momento. 

Sydney, Australia.­ En el segundo día del 2020 nos despertamos con cielo nublado y olor a quemado en Miranda, un suburbio ubicado a cuarenta minutos del centro de Sydney en Australia. Cinco minutos en el balcón fueron suficientes para hacernos toser a toda la familia, incluidos niños menores de cinco años.

Según el índice de calidad de aire que va del 0 al 500, en el que a partir de 101 se considera como no saludable para grupos sensibles como niños y adultos mayores, nos encontrábamos a más de 120 puntos. Decidimos cerrar puertas y ventanas antes de partir rumbo a la ciudad donde la calidad de aire reportaba una puntuación un poco más saludable en ese momento, aun cuando a inicios de diciembre, se estimaba que la calidad de aire en Sydney equivalía a fumar 37 cigarrillos al día.

A mediados de diciembre, organizaciones profesionales de médicos habían advertido que la contaminación del aire en Nueva Gales del Sur constituía una emergencia de salud pública con niveles de contaminación del aire hasta once veces superior al nivel considerado peligroso.

Por su parte, Canberra ha sido llamada la ciudad más contaminada del mundo, con niveles entre 320 y 516 puntos en el índice de calidad de aire, por encima de ciudades altamente contaminadas como Nueva Delhi y Beijing.

La contaminación del aire en esta región del mundo es resultado de los incendios forestales que azotan el país y que han ocasionado daños materiales y en la biodiversidad del país, pérdidas de vidas humanas y la evacuación de miles de personas en distintas localidades.

Foto: AFP

Las cifras

Se estima que los incendios forestales en Australia, los cuales empezaron en setiembre de 2019, han consumido más de 6 millones de hectáreas en todo el país. En comparación, la Amazonía perdió 900,000 hectáreas durante los incendios forestales en Brasil de 2019, mientras que 800,000 hectáreas fueron arrasadas por los incendios forestales de California en 2018.

2,700 bomberos luchan para contener los incendios que se expanden rápidamente en el sureste del país. Hasta el momento, más de 23 personas han fallecido a causa de los incendios. Solo en Nueva Gales del Sur, más de 1,500 hogares han sido destruidos, y se han perdido cerca de 480 millones de mamíferos, aves y reptiles a consecuencia de la destrucción de sus hábitats naturales.

Entre estos, habría desaparecido un tercio de la población de koalas en el estado de Nueva Gales del Sur, según estimaciones de la Universidad de Sydney.


¿Podemos hablar de cambio climático?

Las temporadas de incendios son comunes en Australia e incluso contribuyen a regular los ecosistemas; sin embargo, este año la escala con la que se están produciendo no tiene precedentes. Para situarnos en contexto, el último gran incendio, “Sábado Negro” de 2009 en el estado de Victoria que ocasionó la muerte de 173 personas, consumió 450,000 hectáreas. ¿Qué ha cambiado en los últimos años?

Para la propagación de los incendios forestales se necesitan cuatro factores: material combustible disponible, sequedad de ese combustible, condiciones climáticas que ayudan a la rápida propagación del fuego y una ignición.

Debido al cambio climático, desde mediados de la década de los noventa el sureste de Australia experimenta una disminución del 25% en los niveles de las lluvias entre abril y mayo, que da como resultado sequías más intensas. Estas contribuyen a secar la vegetación y hacerla más vulnerable a los incendios.

La temperatura promedio del país también ha incrementado en los últimos años. Hace unos días, se alcanzó un récord de 48.9°C en Penrith, una localidad en Nueva Gales del Sur.


 

Desde hace más de una década, el IPCC afirmó que el cambio climático intensificaría la frecuencia e intensidad de las sequías e incendios forestales en Australia. A consecuencia del aumento de la temperatura global, los incendios forestales son más grandes y más frecuentes.

Se habla también de un fenómeno climatológico llamado dípolo del oceáno Índico o “Niño indio” que ocasiona temperaturas del mar más cálidas de lo normal en la región occidental del Índico, y temperaturas más frías en la región oriental. Como consecuencia, se producen lluvias e inundaciones en África oriental, y sequías en el sudeste asiático y Australia. Actualmente, las diferencias entre ambas temperaturas son las más fuertes en 60 años.

Los costos de la reconstrucción

Los costos económicos y sociales que dejan los incendios forestales en Australia son difíciles de calcular. La población asentada en las áreas más afectadas por los incendios depende de la ganadería, la agricultura y el turismo. Más allá de las pérdidas en propiedades a consecuencia de los incendios, muchas comunidades no podrán generar ingresos económicos en los próximos meses.

El Consejo de Seguros de Australia indica la factura de los daños estimados supera los 700 millones de dólares australianos (485.59 USD). Se han registrado más de 8,985 reclamos de seguro por daños y destrucción relacionados con incendios forestales desde setiembre de 2019. 1,830 hogares han sido destruidos, según reporta la entidad.

El pasado lunes el primer ministro de Australia, Scott Morrison, anunció un fondo de 2 mil millones de dólares australianos ($1.39 USD) para la reconstrucción de comunidades y sus medios de vida. "Es un largo camino por delante y estaremos con estas comunidades en cada paso del camino mientras se reconstruyen", afirmó el Primer Ministro quien había sido fuertemente criticado por no emprender acciones concretas frente al cambio climático.

Al cierre de este artículo, más de 130 incendios forestales continúan ardiendo en montes, bosques montañosos y parques nacionales de Nueva Gales del Sur, estado que ha sido declarado en estado de emergencia desde inicios de este mes. En Victoria, un estado al sur del país donde se han quemado más de 800,000 hectáreas se ha declarado un estado de desastre. Por el momento, las donaciones siguen llegando desde distintas partes del mundo para ayudar a rescatistas, poblaciones afectadas y conservacionistas.



Foto abridora: Saeed Khan/AFP